Pausa

Mi vida se desarrolla como si las estaciones del año estuvieran dentro de mí. No lo comprendía bien, hasta que comencé a observar como cada año, con la llegada del otoño, las hojas de los árboles no eran las únicas que caían a mi alrededor, sino que también muchas de mis esperanzas, de mis ganas de ser y estar.

¿Será que nada es casualidad? Supongo que salir a fumar un cigarro en la terraza a media noche no es únicamente un acto de ansiedad pues me ha hecho pensar.

Tanta tranquilidad a mis alrededor, escasas ventanas que muestran luz a estas horas de la noche me demuestra que, en este mundo que no se detiene, somos pocos los que tenemos la posibilidad de darnos un espacio para reflexionar, aunque tan sólo sean un par de minutos aquello vale la pena y sirve para darse el ánimo necesario para seguir, convenciéndome de las razones por las cuales hago lo que hago aunque no siempre sea de mi total agrado.

Me han dicho que me transformaré en una de aquellas personas que viven pensando en el mañana sin descanso, haciendo lo que sea por crearse un camino en el cual el resto del mundo poco importa realmente al fin y al cabo. Sin embargo, aún me niego a aquello. Quizás sea mi momento de pensar ésto, de continuar con mi pequeña pero significativa lucha contra el sistema que consiste en aprender a quererme y respetarme sin olvidar todo aquello que he aprendido tras múltiples caídas durante veintidós años de vida, que si bien para algunos pueden ser poco, para mí son lo que soy, en ellos he construido todo lo que tengo y con ellos es que podré armarme de valor para enfrentar todo lo que me reste.

Todos deseamos algún día que la vida sea más fácil, más simple, más entendible... sin embargo todos caemos en momentos en los cuales tan sólo respirar se convierte en el reto más complicado, pero es ahí cuando llega aquel pensamiento que nos salva... ya sea producto de una conversación, un accidente, un simple razonamiento o tal vez, por qué no, un cigarro.

Buenas noches.