domingo, 14 de enero de 2007

Do-Re-Mi... Re-Mi





"¡Toca, Palomita, toca! Sólo una vez más" solía decir papá cada tarde de domingo cuando juntos nos sentábamos en el viejo piano de la casa de la abuela... yo hacía como que tocaba y él me escuchaba como si estuviera tocando la partitura más solemne y perfecta del mundo. Sus ojos brillaban al ver mis manitas alcanzar con emoción cada tecla del piano, cada nota era una nueva emoción, cada sentimiento... algo que en el momento se consumió.


Siempre dijeron que aquel piano era para mí, yo soñaba con él en el salón de mi casa... yo y mis clases de piano, deleitando a cada visita que llegase a casa. Pasaron los años y papá murió... el piano jamás llegó a casa y se quedó olvidado en el salón de la casa de los abuelos, hasta hoy... roto, sucio y abandonado.

Si bien, jamás aprendí a tocar piano... sólo me gustaría aprender a hacerlo con aquel... tal como papá y la abuela querían.