sábado, 13 de marzo de 2010

Cosas que pasan



Hasta anteayer pensé que habías volado de mi mente pero...
tan pronto te ví comprendí lo difícil que sería no volver a cobijarme entre tus dulces brazos


"Todo deseo estancado es un veneno."

Una tarde...

El viento movía tu cabello aquella tarde que te ví, el mismo cabello que tantas noches acaricié para dormirte en mi pecho. Las gafas oscuras cubrían tu rostro, así como escondiendo cualquier atisbo de sentimiento que se le pudiese escapar por tus ojos. No supe qué hacer ni que pensar, en aquel momento sólo deseaba abrazarte y dejar que aquel gesto guiara el resto de la tarde, inconscientemente comprendí el abrazo como la manera más fiable de saber qué sentías, qué se escondía tras aquella firme pose a brazos cruzados y frente en alto... te conocía demasiado como para no enterarme de lo que te pasaba tan sólo con rodear tu espalda, aquella que se hizo firme mientras compartimos tantos momentos.

Lo primero que dije fue una tontería, tanto así que ni siquiera sé exactamente lo que era... el comienzo perfecto para un buen rato de banales temas de conversación a fin de extender lo máximo posible el tema mismo que nos llevaba a aquel lugar que algún día nos unió. Nos contamos muchas cosas, el tiempo había pasado lentamente desde nuestro último día juntos y contarnos lo que había sido de nuestras vidas durante todo aquel tiempo de soledad nos llevaba atrás, condensaba en unos minutos lo que por cada día de antaño hubiesen sido horas de charla pegados al teléfono.