Nos dejamos envolver por la oscuridad de la noche
mientras desnudábamos nuestras almas
en miradas furiosas que
creían perder de a poco toda su ingenuidad.
Descubrimos el llanto eterno de nuestras almas
y no nos dejamos vencer por ello.
Nos tomamos de la mano y seguimos caminando en espiral.
No prometimos nada
y sin embargo sabíamos que aquello era suficiente
para llenar el tiempo con gestos esperados-inesperados
que colmaban nuestros corazones de una dulce felicidad.
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