El castigo... el no tener derecho social a un duelo como sería al estar en el otro lado de la moneda. ¿Y si lo necesito? ¿Y si de verdad me angustia esto de dejar de amar, de sentir un vacío inmenso en mi vida?
No debería ser pecado para nadie, pues ni siquiere he engañado... no podría. Tan sólo estoy confundida y aquello me frena en tantas cosas que hoy, aquí, me siento horrorosamente estancada.
¿Dónde quedaron los días soleados repletos de ganas en el corazón? ¿A dónde se fue mi alegría infinita al verte? Hoy extraño todo aquello, aunque te sea difícil comprenderlo.
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